Crónica y fotos de la charla-concierto Los albogues ibéricos, 27 de enero de 2012

Los instrumentos no tienen patria

Ésta es la filosofía de Juanma Sánchez, Luis Ángel Payno e Ildefonso Ruiz de Mier (Chitu). Estos tres chicos nos engancharon desde el primer momento. Desde antes incluso de comenzar su charla. Seguro que somos muchos los que, al ver el cartel anunciador del evento, nos preguntamos: ¿albogues?, ¿y eso qué es? Los dibujos que ilustraban el título nos orientaban un poco: ¡ah!, será un instrumento musical, prehistórico por lo menos… Pues bien; la palabra albogue parece derivar del árabe «al-BUQ» () (literalmente, «la trompeta» o «el cuerno»), y efectivamente es un instrumento musical, pero también otras muchas cosas más: un ingenio pastoril, un divertimento juglaresco, una artesanía, un medio de comunicación… ¿Sabías que la brizna de centeno que hacía sonar tu abuelo es un albogue? Bueno, vayamos por partes.

La librería estaba a media luz y abarrotada. Entonces, comenzó a sonar una música que, como definieron ellos después, llena el espacio y tranquiliza el alma. Y aparecieron Juanma, Luis y Chitu, en fila india, haciendo sonar una alboka, un arrabel y una pandera. Ese fue el principio de una apasionante muestra de instrumentos de viento, propios de la península ibérica, construidos con un tubo de material variable al que se le practican varios agujeros y en uno de cuyos extremos se le introduce la lengüeta simple o la caña, un elemento de fácil construcción aparentemente, pero que para la mayoría se convierte en algo relativamente complejo.

En su sencillez radica su universalidad, y por eso pudo aparecer a la vez en diversos lugares del mundo y se utilizó por todo tipo de gentes, especialmente pastores y juglares. Con el desarrollo de la complejidad y las posibilidades de los instrumentos musicales, su uso fue desapareciendo de la misma manera en que se va derritiendo la nieve cuando sale el sol, resistiendo más en las zonas montañosas o aisladas.

 

Y es que, entonces, ni los propios manufactores de los albogues valoraban lo que hacían en su justa medida. Fabricaban sus instrumentos con materiales cotidianos que había a su alrededor; podrían llamarse instrumentos de reciclaje. Así, podemos encontrar albogues de hueso, madera, cuerno, hierbas…

Tres fueron los albogues que más destacaron nuestros tres expertos en sus explicaciones. Primero fue la gaita serrana, conservada sobre todo en la sierra entre Madrid, Guadalajara y Segovia, así como en la burgalesa sierra de la Demanda. También la gaita gastoreña, recogida en Ronda (Cádiz), donde los cabreros la construían y tocaban en invierno (de Difuntos a Reyes) para luego desecharla. El toque consiste en una especie de floreo, lento y melancólico, compuesto por una sucesión de notas con un ritmo libre., creando hermosas melodías, características de cada pastor, y que servían para identificarse y comunicarse entre ellos, de monte a monte, en sus largas horas de trashumancia del rebaño. Luis, Juanma y Chitu se convirtieron en cabreros por un momento y emularon una peculiar conversación de gaita, de punta a punta de la librería. 

Otro albogue que nos desnudaron es la alboka, que reproduce un sonido ininterrumpido gracias a la complicada respiración contínua: técnica de soplo mediante la cual la inspiración tiene lugar sin detener la espiración. ¡Juanma nos demostró que esto es posible, y sobrevivió para contarlo! Esta técnica dejó de utilizarse en cuanto pudieron sustituir este soplo contínuo por una bolsa o fuelle (odre) que acumulara el aire, y es la que podemos ver en las gaitas que comúnmente conocemos.

 

Y ahí no queda la cosa; en esta charla-concierto-exposición, que nos mantuvo a todos embelesados como niños escuchando un cuento de hadas y duendes, también nos hablaron y mostraron otras variedades de albogues, de los cuales debió de haber infinitos en toda la península: el pito de centeno o zampoña, de hueso de buitre, de madera de higuera, adelfa o saúco, las dulzainas y turutas rústicas, la chifla de Campoo, la pipa leonesa, la Xeremeieta o Reclam de Xeremies,albogues con agujeros cuadrados… ¡Hasta un albogue de Cerdeña que no ha evolucionado en 3000 años! Todos ellos únicos pero iguales, porque demuestran que el espíritu artístico, creativo y social del ser humano no tenía fronteras, ni económicas ni territoriales, algo de lo que sin duda deberíamos aprender actualmente…

 

Con el romance de La loba parda, al son de rabel, gaita serrana y gastoreña, cerraron la sesión, dejándonos con la sensación de haber aprendido muchas cosas, y también de haber honrado a mucha gente anónima, a la que hemos abierto un claro en el bosque del olvido.

No ha sido fácil rescatar la memoria de estos instrumentos; mucha de la información se ha conseguido a través de pinturas, tapices, figuras e imprecisos textos y dibujos. Afortunadamente, estos tres musicólogos han hecho un valiosísimo esfuerzo gracias al cual podemos ver, escuchar y saber todo lo que se puede saber sobre estos instrumento y muchos otros.

Por este trabajo, y por compartirlo tan preciosamente con nosotros, muchas gracias y hasta muy pronto!

 

P.D.: Creo que se pueden encontrar profusos vídeos sin mucha dificultad en la red internáutica…

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